Hace más de 4 años que ando investigando, de forma directa e indirecta, sobre crianza respetuosa y comunicación no violenta.
La
forma de relacionarme con mis hijas ( y con "el otro" en general) ha
cambiado mucho debido a esta investigación, y ha hecho que me planteara
la posibilidad de nuevas formas para el desarrollo de la creatividad del
ser humano.
Después de mucho preguntarme, he llegado a la
conclusión que el silencio por parte del adulto es un elemento
fundamental para que se de un desarrollo sano e integral del ser desde
la infancia.
El silencio posibilita a los niños a que puedan escuchar su propria voz interior hasta hacerla palabra.
Y esta porción de silencio es la que le ofrecemos a cada niño en una sesión de Pococuentos.
Como
pococuentista, limito mis intervenciones al máximo para que mis
palabras sólo hagan de puentes para unir las suyas y hacer que puedan
encontrarse en un mismo camino, un camino que ellos mismos están
trazando y que pasa por el descubrimiento, el asombro, el sentirse
reconfortado por ver que todo lo que se desea, todo lo que se sueña,
puede hacerse real a través de este cuento!
Crear es liberarse y librarse, es volar alto o a ras del suelo, es correr y andar, es quedarse quieto y sólo respirar-se.
Creemos
y creamos: el límite es como un horizonte, ilusorio pero siempre
presente, vale para contenernos y a la vez empujarnos a ir más allá.
El silencio como un folio en blanco en el que se ven claramente los
márgenes y en el que se deja El Niño libre de actuar: comer cuando tenga
hambre, dormir cuando tenga sueño, abrigarse cuando tenga frío,
tenernos cerca cuando quiera nuestros abrazos y besos, estar por su
cuenta cuando así le apetezca. Cosas obvias, parece, pero que en el día a
día no se le suele permitir a los niños. Se le dan horarios de comida,
se les chantajea, se les obliga, se les condicionas, en fin que no se
confia en su competencia a la hora de elegir lo que es mejor para ellos,
y nos superponemos y nos imponemos, con nuestros actos y sobre todo con
nuestras palabras. Lluvias de palabras, les empapamos de palabras,
tanto que se llega a paralizarles en charcos de suposiciones a ellos
ajenas que al mojarles las alas le quitan toda posibilidad de volar con
su imaginación.
Los adultos que vivimos con ellos tenemos una
responsabilidad muy importante hacia los niños: garantizarle serenidad.
Desde esa serenidad podrán desarrollar su ser, plenamente, y deslumbrar
nos con sus mentes brillantes!
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