lunes, 6 de abril de 2015

el silencio es también palabra

Hace más de 4 años que ando investigando, de forma directa e indirecta, sobre crianza respetuosa y comunicación no violenta.
La forma de relacionarme con mis hijas ( y con "el otro" en general) ha cambiado mucho debido a esta investigación, y ha hecho que me planteara la posibilidad de nuevas formas para el desarrollo de la creatividad del ser humano.
Después de mucho preguntarme, he llegado a la conclusión que el silencio por parte del adulto es un elemento fundamental para que se de un desarrollo sano e integral del ser desde la infancia.
El silencio posibilita a los niños a que puedan escuchar su propria voz interior hasta hacerla palabra.
Y esta porción de silencio es la que le ofrecemos a cada niño en una sesión de Pococuentos.
Como pococuentista, limito mis intervenciones al máximo para que mis palabras sólo hagan de puentes para unir las suyas y hacer que puedan encontrarse en un mismo camino, un camino que ellos mismos están trazando y que pasa por el descubrimiento, el asombro, el sentirse reconfortado por ver que todo lo que se desea, todo lo que se sueña, puede hacerse real a través de este cuento!
Crear es liberarse y librarse, es volar alto o a ras del suelo, es correr y andar, es quedarse quieto y sólo respirar-se.
Creemos y creamos: el límite es como un horizonte, ilusorio pero siempre presente, vale para contenernos y a la vez empujarnos a ir más allá.

El silencio como un folio en blanco en el que se ven claramente los márgenes y en el que se deja el niño libre de actuar: comer cuando tenga hambre, dormir cuando tenga sueño, abrigarse cuando tenga frío, tenernos cerca cuando quiera nuestros abrazos y besos, estar por su cuenta cuando así le apetezca. Cosas obvias, parece, pero que en el día a día no se le suele permitir a los niños. Se le dan horarios de comida, se les chantajea, se les obliga, se les condicionas, en fin que no se confia en su competencia a la hora de elegir lo que es mejor para ellos, y nos superponemos y nos imponemos, con nuestros actos y sobre todo con nuestras palabras. Lluvias de palabras, les empapamos de palabras, tanto que se llega a paralizarles en charcos de suposiciones a ellos ajenas que al mojarles las alas le quitan toda posibilidad de volar con su imaginación.
Los adultos que vivimos con ellos tenemos una responsabilidad muy importante hacia los niños: garantizarle serenidad. Desde esa serenidad podrán desarrollar su ser, plenamente, y deslumbrar nos con sus mentes brillantes!

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