El enclave era precioso: Los Palancares, un pinar perdido en la nada, con árboles altísimos y un olor a bosque que echábamos de menos. La compañia no podía ser más agradable: familias y niños con ganas de estar juntos y pasarlo bien y cero tecnología!
El tiempo nos ha acompañado estupendamente, así que pudimos hacer ambas las sesiones previstas al aire libre.
Como siempre l@s narrador@s fueron los niños y las niñas que contaron entusiasmados. Esta vez salimos de viaje: nos fuimos navegando en un galeón hecho con monedas de chocolate, escoltados por un barco de piratas amigos, hasta descubrir la existencias de mundo infinitos!
navegando mar adentro |
Todos los niños querían más! Nos han agradecido con palabras, con mirada e incluso con un delicado atrapasueños hecho sobre la marcha!
En realidad y como siempre, nos toca a nosotros dar las gracias por tanto cariño y por tanta alegría!
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