jueves, 16 de abril de 2015

Lugares Mágicos I: Roma, Salerno, Cuenca, Barcelona


Os pasa también a vosotros y a vuestros hijos que las visitas a lugares desconocidos sean ocasiones para vivir un cuento, crear personajes e interpretarlos? Me atrevo a suponer  que si, y por una razón muy sencilla: toda experiencia de lo nuevo y desconocido, si vivida con interés y con confianza, constituye y permite  una expresión muy amplia  de la capacidad creadora. Y una de las formas primigenia del desarrollo creativo es la formulación de historias y la invención de personajes.

Por esta razón voy a abrir una nueva sección, dentro del blog, que se llamará Lugares Mágicos. Aquí recopilaré nuestras experiencias de viaje, y los lugares que más nos han emocionado y sorprendido, ofreciendonos un espacio de desarrollo creativo a nivel narrativo.


 En casa pococuento acabamos de volver de una serie de viajes que han definido nuestro comienzo de primavera:  ha sido como salir del letargo, un letargo pocoviajero durado 9 años en el que la isla en la que estuvimose viviendo marcaba con firmeza sus confines.

Ahora, viviendo en el continente, no solo el coche, sino que también el avión parace más sencillo de coger. Y asi en tres semanas hemos explorado nuevos rincones del mundo: Roma, Salerno, Cuenca, Barcelona.

Y no, no hemos visitado el Coliseo, ni la boca de la Verdad, no hemos visto las casas colgantes de Cuenca, ni el bosque encantado, ni el Park Güell, ni casa Battló y tampoco la Sagrada Familia. Y, por supuesto, no hemos paseado por la Rambla.

Vaya turistas, eh!

Por aquí somos unos profesionales de la sorpresa, y cumplir con el recorrido preestablecido por lógica y por sentido común no nos pertenece!

Lo que nos ha ocurrido ha sido como siempre el dejarnos llevar por nuestros intereses del momento, por los paseos tranquilos, por las ganas de compartir con los amigos, por el ritmo que han marcado  las niñas.

Y asi en Roma estuvimos disfrutando de la casa de los abuelos y de su chimenea encendida, de los parques del pueblo y de ver -y oler- la lluvia durante dos días seguidos.

En Salerno -una ciudad de la costa a una hora de Napoles-: paseo marítimo y callejones del centro en el que nos sorprendió este poemario mural.




También nos vimos con mucha familia para celebrar un cumpleaño importante, en el que se soplaron nada más ni nada menos que cien velas!

En Cuenca en realidad no estuvimos. Estuvimos a 16 km de la ciudad, en un pinar muy lindo en el que paseamos, jugamos con barro, charlamos con personas encantadoras y donde nos sentimos muy relajados estando lejos de cualquier tecnología. (aquí  puedes saber más sobre el viaje a Cuenca)

En Barcelona descubrimos el Parque de L’Oreneta, guiados por la pasión de Mirella -nuestra hija - por los trenes, “los trenes de verdad”. De hecho en el medio de este pequeño bosque ubicado en plena Barcelona, se puede escuchar el clásico pitido del tren acompañado de una pequeña humareda de vapor. Preciosas y cuidadas reconstrucciones de trenes de época nos llevaron por senderos rodeados de pinos y robles. No había que abrochar cinturones, no había que correr cadenas, ni que cerrar puertas. Se monta y a viajar!



Siempre en el centro de la ciudad, estuvimos en los jardines de la Universitats: y si, siempre estamos buscando plantas!

De hecho el último descubrimiento que nos reservó Catalunya, fué un paseo por otro bosque en la localidad de Les Fonts de San Quirze del Vallès. En este pueblito viven unos amigos que también han dejado hace poco la isla de Lanzarote, y ha sido un gustazo volver a verles y compartir con ellos!

El paseo de despedida fue precioso.



Y estos son los lugares mágicos que han hecho nuestro viaje. Todos lugares de cuento, encuentro y reencuentro.

En cada uno de estos lugares nos hemos encontrado con una historia, con una pizca de magia que nos ha hecho sonreir, respirar mas sutil y sentir que las posibilidades de como estar en el mundo son infinitas.

El último personaje que nos ha guiado en la salida del bosque ha sido una Mowgli con botas, alegre y aventurera, que nos ha abierto el camino entre plantas y arbustos, llevándonos sanos y salvos de vuelta hasta casa.


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